Líquido corrector de oficina típex para corregir textos

Errar es humano. Rectificar es de sabios. Y hacerlo con corrector líquido, propio de quienes valoran la pulcritud en sus escritos y cuentan con paz mental suficiente para vivir —sin impacientarse— esos segundos que el típex se toma para secar sobre la superficie del papel. ¿Quién sabe? La atención lo es todo; la espera, al fin y al cabo, también es parte de la escritura... ¡Quizá esta actitud te ayude incluso a cometer menos errores!

Si estás aquí, entonces, es por renunciar al bolígrafo borrable y a la cinta correctora, una decisión muy valiente, sin duda. La cuestión vital no es elegir qué corrector de textos usar, antes bien, lo capital es la forma de aplicarlo. ¿Frasco con aplicador de espuma? ¿O lápiz corrector? ¡He aquí una pequeña selección de ambos!

Información sobre líquido corrector

Típex

Características del corrector típex líquido

Aunque en el terreno de la correción quien hoy manda es el típex de cinta, a veces el frasco de típex líquido resulta útil, ¡pero muy útil!, sobre todo cuando se trata de corregir fallos diminutos. La nueva fórmula del líquido corrector ya no se seca en el bote, como sí ocurría antaño, y su pincel se ha sustituido por un aplicador de espuma, que permite rectificar con precisión sobre el papel.

Asimismo, otra opción muy conveniente para rectificar en el acto es el corrector líquido en formato lápiz. Debido al diseño de su punta, es muy usado para corregir faltas pequeñas.

¿Cúal es el origen del típex?

La palabra típex procede de la marca comercial Tipp-Ex®. El producto original no era fluido y se usaba para corregir erratas tecleadas con una máquina de escribir. Consistía en una hojita que se interponía entre el cabezal y el papel. Su recubrimiento especial obraba la magia: al teclear de nuevo la letra, el impacto del metal con la hoja de Tipp-Ex transfería lo blanco al papel. ¡Desaparecía así de la vista esa letra indeseable!

Botes de tipex
Típex corrector barato (Q-Connect) y UHU

Al lanzarse la versión líquida, alcanzó enseguida una gran popularidad. Se empezó a usar en muchas oficinas para corregir escritos a mano. En ciertos lugares el producto se conoce como papel líquido, debido a otra marca comercial: Liquid Paper®.

¡Ah! ¿Pero y el disolvente para típex? Los primeros líquidos correctores se secaban demasiado deprisa al entrar en contacto con el aire. Si el bote se dejaba destapado, el preciado néctar cuajaba y se hacía pastoso. Por este motivo era habitual comprar junto con el líquido corrector un frasquito de disolvente, también fabricado por la empresa Tipp-Ex. Bastaba con añadir unas gotas y agitar con fuerza para recuperar la fluidez. Las nuevas fórmulas de típex ya no presentan este problema... y en consecuencia el disolvente de líquido corrector quedó relegado a los anaqueles de museos.

Breve introducción a las chuletas de típex

¿Quien no conoce las chuletas de típex? Se trata de un mítico truco usado por estudiantes vagos para aprobar sin estudiar. Esta técnica de copia se basa en dar el cambiazo a la etiqueta original del típex por una con las fórmulas y los textos precisos para aprobar el examen.

Para fabricar la chuleta de típex, el haragán, gandul e incurable alumno quita con sumo cuidado la etiqueta. Acto seguido la escanea, la modifica y la imprime de nuevo. Por último pega el texto chuleteado sobre las indicaciones de uso o las medidas de seguridad del líquido corrector. Sobra decirlo: es vital que el color de fondo del texto y la tipografía coincidan con las del bote de típex. El inofensivo frasco pasa así desapercibido ante el profesor.

¿Y no supone todo esto mucho trabajo? Es, en efecto, una oda a la cultura del esfuerzo. Pero Internet suma una nueva víctima: los estudiantes más vagos recurren hoy a páginas web desde las que descargar plantillas para chuletas.

Ahora bien, ¿son eficaces? Para algunos zanguangos es un método eficaz, otros han llegado por su cuenta y riesgo a la misma conclusión que Homer Simpson: Si cuesta trabajo hacerlo es que no merece la pena. Por otra parte, el zángano en cuestión puede optar también por tirar del bolí de las chuletas: el célebre Pilot G-TEC-C4, cuyo finísimo trazo de escritura permite escribir mucho en un muy poco espacio.

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